REMINISCENCIAS EN VICTORIA
“LA JURA DE LA
BANDERA”
6 de septiembre 1910
Acto celebrado dentro
de los festejos del
Primer Centenario de
la Independencia
Edición 4
Se ha comprendido definitivamente, que
no tanto la intensidad de los estímulos como la repetición de ellos, cimienta
delinea y fija un habito, y la sociedad y los maestros, aisladamente unas veces
en acuerdo tácito, otras no omiten oportunidad para impresionar a los niños con
la patriótica intención de despertar en ellos el amor al país y transformarlo
en una salvadora costumbre. Responden a este empeño en la escuela las
asignaturas morales, las fiestas cívicas y la práctica que consiste en saludar
diariamente a la bandera antes de principiar las clases algo como la oración
que el creyente envía a la Providencia al iniciar toda labor; y fuera, el
llamamiento que se hace a los escolares para que concurran y tomen parte activa
en las solemnidades de la patria, instantes en que el espíritu, pleno de
gratitud se prolonga en el pasado para rendir en su seno augusto culto a los
abuelos gloriosos.
Escuela Secundaria, Normal y Preparatoria
En esta vez los niños tuvieron su
número, número emocionante que hizo temblar las carnes, estrecharse la garganta
y derramarse el vaso amargo con que vamos lubrificando los ejes de la vida.
NIÑOS EN JURAMENTO A LA BANDERA
Era esperado con marcada ansiedad ese
acto. Era la primera vez que iba a tener lugar, y si las diversas conjeturas le
dieron tonos brillantes, yo juzgo que en ninguna conciencia alcanzó las
proporciones de seriedad, emotividad y grandeza que afectó; tal se desprendía
del estado anímico que se dibujaba en las caras de los concurrentes a la Plaza
Hidalgo la mañana del día seis.
El lugar de la manifestación lo formó
un rectángulo de longitud E.O. sobre la calle Morelos, en el lado Norte de la
plaza. El extremo Oriental lo cerraron los alumnos de las escuelas oficiales y
particulares; el opuesto las bandas de música; el lado Norte las autoridades
civiles y militares instaladas en la acera del edificio de la Cámara de Diputados
y el lado sur una fila de soldados del Cuarto Cuadro de Batallón. En el
exterior el público.
1920 Supremo Tribunal de Justicia del Estado 8 Matamoros
A las nueve comenzaron a desfilar los
educandos, en grupos detrás de sus estandartes; en el centro del cuadrilátero,
frente al C. Gobernador del Estado y ante la bandera que sostenían emocionados
los Directores de los establecimientos de educación, repetían los niños en coro
el bello párrafo que había hecho circular en el país, La Secretaría de Despacho
de Instrucción Pública y Bellas Artes:
<<
¡Bandera! ¡Bandera Tricolor! ¡Bandera de México! En este año y en este mes en
que la República cumple el Primer Siglo de vida independiente, ofrecemos, con
toda el alma, estar siempre unidos en torno tuyo, como símbolo que eres de la
Patria para que México obtenga perpetuamente la Libertad y la Victoria. >>
El
Jefe del Estado contestaba: <<Si así lo hiciereis la Nación y el Estado os lo premien, y si
no os lo demanden>>. Entonaban el Himno Nacional y continuaban la
marcha para salir por la cabecera Occidental mientras que la concurrencia
aplaudía enloquecida por la fiebre que producía
en las almas de aquellas promesas infantiles, aquel perfume de brote que
era el mejor incienso sobre los altares de nuestra esperanza de patriotas.
Así
desfilaron los niños de las primarias del Municipio y del Estado, los del
Instituto “Juárez” y los jóvenes de las escuelas secundarias: éstos arrogantes,
aquellos a paso de marcha, erguidos con las mejillas encendidas, con la risa en
los labios, con los sombreros en las manos; así desfilaron bajo la caricia
candente de un sol de Mayo que se tamizaba en los follajes y formaba abajo
esteras sembradas de pedazos de plata reluciente. Las señoritas de la Normal de
Profesoras, obedeciendo a un segundo impulso también juraron ¡y juraron con
lágrimas en los ojos! ¡Divino juramento!
El señor Castelló no se limitó en este
caso a pronunciar la frase de estilo, hizo más, dejó caer palabras llenas de
exquisito sentimiento y de amor patrio sobre aquellas hermosas cabezas que
doraba el sol.
El estudiante de leyes, Sr. Fidencio
Trejo, pidió la protesta al pueblo, que se arremolinaba inquieto y deseoso de
hacer comprender que él más que nadie, debía hacer esa promesa; que él más que
nadie, estaba listo para cumplirla.
1916-1917 Lic. Fidencio Trejo Flores Gobernador Interino
Al entrar en la calle de Matamoros, de
regreso a mi casa, dí con un chiquitín que gozaría más o menos de once años,
decentemente vestido, de ojos semicircunflejos, bezudo y de rápido andar. Me
hirió la curiosidad y detuve a la criatura para conocer el resultado de la
lección intuitiva y pública, sin que por ello pretendiera pasar por un pedagogo
o por un psicólogo de la infancia.
-Oye chiquitín, dame esa bandereta.
-No, señor
-Anda, tonto, la vas a dejar olvidada
en cualquier lugar; yo la guardaría
-He dicho que no.
-Para ti no tiene ningún valor; para
mí goza de toda mi estimación.
-Repito que no.
Pues te la quito- agregué- y pretendía
unir la palabra a la acción, cuando una tempestad (y me quedé escaso) de
piedras arrojadas por camaradas suyos que estaban a corta distancia cayó sobre
mi pobre persona. La chiquillería corrió calle arriba gritando ¡Viva México! Y
agitando en los puños levantados tricolores banderolas.
Yo, en mi interior, grité ¡Viva! Y al
alzar la cabeza vi una ave costeña, que como un símbolo, incrustaba las alas en
el azul hacia el sol, que temblaba su masa de oro muy cerca del cenit.
Bandera de México
Nuestro gran Símbolo
Visual
Origen y Presencia
Considerada la más bella del mundo, la Bandera de México ha sufrido diversas modificaciones para llegar a ser el magnífico lábaro que hoy nos representa. La bandera Nacional ha sido la fiel compañera del pueblo mexicano, en momentos gratos así como en difíciles, el Lábaro Patrio ha ensalzado nuestras proezas y redimido nuestras derrotas, consiste en un rectángulo dividido en tres franjas verticales de medidas idénticas, con los colores en el siguiente orden a partir del asta: verde, blanco y rojo. En la franja blanca y al centro, tiene el Escudo Nacional, con un diámetro de tres cuartas partes del ancho de dicha franja. La proporción entre anchura y longitud de la bandera, es de cuatro a siete. Podrá llevar un lazo o corbata de los mismos colores, al pie de la moharra. Un modelo de la Bandera Nacional, autenticado por los tres poderes de la Unión, permanecerá depositado en el Archivo General de la Nación y otro en el Museo Nacional de Historia.
En 1916, el presidente Venustiano Carranza expidió un decreto (fechado
el 20 de septiembre) en el que se ordenaba que el escudo (ya oficializado como
nacional) volviera a aparecer en las banderas. Sin embargo, en este modelo, el
águila se encontraría viendo de perfil (como ya había sucedido antes con
algunas enseñas de mediados del siglo XIX), con sus alas en actitud de ataque y
devorando la ya famosa serpiente de cascabel…, como símbolo del lugar exacto
donde los aztecas fundarían su ciudad México-Tenochtitlan. A este emblema sólo
se le agregaría una leyenda que lo enmarcaría: Estados Unidos Mexicanos.
Don Juan B. Castelló.
La bandera de México se mantuvo así hasta la emisión de un decreto del
presidente Gustavo Díaz Ordaz, fechado el 17 de junio de 1968, en el que se
hacía pública la “Ley sobre las características y el uso del Escudo, la Bandera
y el Himno Nacionales”. Desde entonces, nuestro lábaro luce orgulloso sus
colores y su poderoso escudo (plásticamente mejor diseñado y dibujado) provocando
en muchos, mexicanos, el sentimiento de tener ante sus ojos, ondeando al mínimo
contacto con el aire… ¡la bandera más bella del orbe!
Actualmente pronunciamos con
emoción el juramento de Jaime Torres Bodet que apunta: “Bandera
de México!, legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestros padres
y de nuestros hermanos, te prometemos ser siempre fieles a los principios de
libertad y justicia, que hacen de nuestra patria la nación independiente, humana
y generosa, a la que entregamos nuestra existencia.”
Bandera de Mexico
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